Edición de: 7 de febrero de 2005
El Vocero

Espíritu que triunfa sobre adversidades
Por: Maricelis Rivera Santos
Redactora – EL VOCERO
(Cuarto de una serie de reportajes de interés humano sobre los desalojados de Santurce.)

foto Tania Dumas - © El Vocero
El mismo tesón con el que sobrevivió de la Masacre de Ponce en el siglo pasado, Gilberto Serrano Vélez lo empleará ahora, pasadas las 90 primaveras, para hacer una nueva vida.

¿Cuánto más le queda por vivir? Esa es una pregunta en la que el billetero de la De Diego no se detiene. Su mente está en otras cosas de más alta prioridad. Por el momento, se dedica a sobrevivir esta vez del proceso de desalojo de su barrio Santurce, junto a su hermana impedida Olga Iris, de 73 años.

Serrano, como todos le llaman en el barrio, habla de los mismos planes que usualmente hacen los recién casados, la casa que compró y la reconstrucción, cómo quiere esta tabla, las ventanas, el techo, y hasta pelea con los empleados del Departamento de Vivienda (DV) por el color de la pintura.

La diferencia radica en que él no tiene 20, ni 30 años; cuenta con 92, un espíritu combativo que llevará hasta la muerte y que ya muchos jóvenes quisieran tener.

La necesidad también es su excusa para sacar fuerzas de donde no las hay.

Serrano vio como su barrio se fue desintegrando: se quedó apenas sin vecinos en la calle Antonsanti. Los vándalos comenzaron acechar las casas que fueron quedando abandonadas. A la casa del lado, le llevaron hasta las ventanas y el plomo de las tuberías, en un patrón que se ha ido repitiendo por todo el sector y que amenaza la seguridad de la gente que queda. Alegan que las agencias del Gobierno los han desamparado como a un pueblo fantasma, y ni los policías patrullan para dar protección a los viejos moradores.

De manera que, en un acto de desesperación, como él mismo lo admitió, el nonagenario aceptó vender su casa al DV para el Proyecto de Revitalización de Santurce.

Pero, el proceso no fue tan sencillo. Tuvo que ir a un Tribunal, y por derecho propio, exigir que le aumentarán la compensación por la casa que ha vivido hace 34 años, con 800 metros de terreno, en un lugar privilegiado. La batalla que dio –y que quizás le nace de sus vínculos familiares con la prócer Mariana Bracetti o con el congresista José Serrano– según contó, provocó que los $92 mil de la oferta inicial, subieran a $113 mil.

En la búsqueda de una nueva propiedad en su barrio donde trabaja –porque para su orgullo no recibe Seguro Social, ni pensiones, ni ninguna ayuda del Gobierno– sufrió el desencanto de que las casas estaban muy caras, rondan los $170 mil. La más barata que vio en la calle Buré costaba $120 mil.

"Con eso, hablando claramente, no podía comprar nada. Con lo que tenía, tuve que comprar un rancho", relató en una entrevista con EL VOCERO en la casa de concreto armado que pronto tiene que dejar y donde vive con un ganso de su hermana y dos perros.

Al billetero no le quedó otro remedio que comprar una propiedad en Altos del Cabro. Allí se le llenaron los ojos porque por $60 mil y $4 mil para el saldo de una deuda del Centro de Recaudación de Ingresos Municipales, le daban dos casas, lo cual sería perfecto para que su hermana también tuviera su vivienda y no tuvieran que abandonar sus animales.

Además, Serrano cuenta que por allí hay una parada de guagua muy cerca por lo que podrá llegar a su trabajo de billetero saliendo entre las 5:00 y 6:00 de la mañana.

Las casas son de él, pero el terreno es del Municipio de San Juan y, según ha escuchado Serrano, "no se sabe si en unos años el Municipio quiera expropiarlas".

Serrano llevó al equipo de este diario a ver la propiedad recién adquirida, y la sorpresa fue observar dos casas en un estado de abandono tal, que conmueve escucharlo hablar de los empates y trabajos que va hacer para ponerlas habitables.

La residencia que está en mejor estado y a la que Serrano se mudaría con su hermana en lo que él estimó un mes, no tiene ventanas, las puertas no sirven, hay que instalarle nueva cablería eléctrica y no fue posible determinar las condiciones del sistema de agua y el sanitario.

La otra vivienda, que él piensa vivir más adelante, es un espanto. Tiene las mismas condiciones que la primera, pero el techo de madera está podrido y se cae en pedazos. Las palomas con su excremento son dueñas del lugar.

Pesimismo es una palabra que Serrano no conoce. El no ve esas estructuras de la misma manera. Con su mente de maestro de la construcción -oficio que ejerció por muchos años en Estados Unidos- él ve oportunidades y traza sus planes.

Mencionó que el DV va pintar la casa que va habilitar primero y le van a poner ventanas, de manera que él se encargará de la electricidad. Después echará torta a la otra con el dinero que le sobre, aunque no ha estimado en cuánto le saldrán las mejoras. También, quiere destruir una escalera para hacer una entrada con cabida para un carro, de manera que se pueda maniobrar con el sillón de ruedas de Olga Iris.

"¿Usted tiene quién le ayude? Sí, yo tengo unos muchachos", contestó, quien una vez fungió como alguacil de la Corte, trabajo que dejó por las injusticias que presenció por parte de un juez con un viejo pobre, como ahora lo es él.

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