Edición de: 12 de febrero de 2005
El Vocero

Desplazada a sus 80 años por proyecto Santurce
Por: Maricelis Rivera Santos
Redactora – EL VOCERO

(Noveno de una serie de artículos de interés humano sobre los desalojos en Santurce

foto Tania Dumas - © El Vocero
"Me he quedado sin vecindario".

Esa fue la primera expresión de Roberto Ferrer cuando un equipo de El Vocero visitó las calles de Santurce Centro para entrevistar a los residentes que quedan en la zona.

Ferrer, quien ha vivido en la calle London al menos por 55 años, estaba desolado al ver que uno a uno se han ido marchando todos sus vecinos.

Esa fue la primera expresión de Roberto Ferrer cuando un equipo de El Vocero visitó las calles de Santurce Centro para entrevistar a los residentes que quedan en la zona.

Ferrer, quien ha vivido en la calle London al menos por 55 años, estaba desolado al ver que uno a uno se han ido marchando todos sus vecinos.

El empleado público además vive bajo total incertidumbre porque desconoce si también será expropiado para dar paso al proyecto de Revitalización de Santurce del Departamento de Vivienda (DV).

Todavía no ha sido emplazado, por lo que no sabe si le seguirá los pasos a sus amigos de tantos años o, si por el contrario, se quedará allí solo observando día a día como cambia su barrio y desaparecen los edificios de gran valor arquitectónico como el antiguo hospital Mimiya o las casonas con sus hermosos diseños de otras épocas en que se tomaba en cuenta el valor estético o humanista de las construcciones.

Ferrer narró que su barrio era un vecindario como cualquier otro del país, muy unido; en el que los habitantes se confiaban unos a otros sus casas cuando salían, se ayudaban en las enfermedades y compartían como familia.

"Ya no tengo a quien delegarle mi casa", expresó el empleado del Departamento de Transportación y Obras Públicas, a cuyas oficinas llega caminando, pues sólo vive a unas cuadras.

Esa es sin duda otra de las grandes ventajas de su casa, donde junto a su esposa ha criado a dos hijos universitarios, por los cuales ha decidido postergar su retiro.

Dijo que uno de sus grandes pesares es que uno de sus vecinos más cercanos, en la calle del frente (Antonsanti), murió el año pasado, por lo que a su entender fue la pena de saber que serâ expropiado.

"El tenía 68 años de edad y estaba muy bien, cuidaba y le cocinaba a Meinardo (otro residente) y me velaba la casa. El estaba obsesionado con la expropiación", señaló Ferrer. Agregó que su vecino murió repentinamente un día sin tener indicios de ninguna enfermedad aparente.

Después de ese suceso, otras alteraciones se han asomado por el barrio junto a las constantes mudanzas de sus moradores originales y los inquilinos de tiempos más recientes.

Ahora, el ruido de las construcciones cercanas ensordece y ametralla su tranquilidad. Desde su balcón, donde antes se apreciaba el paisaje santurcino, ahora ve máquinas de demolición y de movimiento de tierra, explicó mientras mostraba las reliquias de su hogar y la decoración hecha por su esposa e hija.

Al auscultar sobre el caso de Ferrer y su familia, el asesor de DV Carlos Deliz que en la celle Londo no se va a expropiar a nadie.

Mencioné que Ferrer debe haber recibido una carta de que no se le va a expropiar su vivienda ni a nadie más en esa calle, en la que sólo queda otra familia.

De tal forma, que como dijo Ferrer, se quedará solo divisando desde el balcón el paisaje de la transformación de su barrio.

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