Edición de: 16 de febrero de 2005
El Vocero

Centro de apoyo contra expropiaciones Museo del Barrio
Por: Maricelis Rivera Santos
Redactora – EL VOCERO

(Duodécimo y último artículo de una serie de interés humano sobre los desalojos en Santurce)

foto Rafy Rivera - © El Vocero
Pasar por la avenida De Diego en estos días conlleva otra mirada. El antiguo hospital Minillas, considerado como uno de los baluartes arquitectónicos de la zona, está totalmente abandonado. En los huecos donde antes estaban sus ventanas ahora se aprecian rastros de pintura roja y grandes pancartas con el estribillo "Santurce no se vende".

Si pasa por la calle Antonsanti observará murales con mensajes cargados de esa tónica que reflejan la lucha de los habitantes de un barrio contra las expropiaciones que realiza el Departamento de Vivienda (DV) para dar paso al proyecto de revitalización de Santurce.

 

En la calle Candelaria, 346, además encontrará un antiguo y modesto edificio tiene un sencillo letrero que lee "Museo del Barrio; la casa de todos". Ese lugar, donde se exponen las viejas pertenencias de los moradores del barrio también conocido como San Mateo de los Cangrejos, se ha convertido en el centro de reunión y frente de batalla de la comunidad.

Detrás de esas iniciativas se impone la figura de una mujer, junto a otros tantos, que intenta preservar la identidad de Santurce frente a esa modernidad que ella crítica como gestora del desplazamiento y la extinción del centenario barrio.

Mary Ann Hopgood, a través de su empresa Amalgama Co., compró el edificio a Félix Alberto Seize, fenecido recientemente, para albergar al Programa Educarte, que visitaba las comunidades con proyectos artísticos y educativos, pero que cesó un año después de que el gobierno, por problemas fiscales, dejó de aportarle fondos.

Hopgood lo alquiló para pagar la hipoteca, pero en febrero del año pasado los inquilinos "dejaron de pagarme la renta de buenas a primeras por instrucciones de Vivienda". Aunque no fue hasta hace unas semanas que la líder comunitaria recibió por primera vez un emplazamiento de expropiación.

Desde allí se planifican las estrategias de protesta y las exposiciones. Hopgood también ayuda a los vecinos, principalmente ancianos, que tienen que enfrentar la expropiación. Desde allí se han formado las brigadas que han tapiado las casas que quedan abandonadas para evitar que los vándalos acaben con lo que queda de ellas.

De esta manera Hopgood fue transformando el edificio poco a poco en la sede de las reuniones de la comunidad, de las personas que han hecho frente a la expropiación, y como centro de orientación ante ese proceso.

"El problema que enfrenta Vivienda ahora es que no sólo me está expropiando a mí, sino el lugar de reunión y de expresión de la comunidad", sostuvo la artista gráfica, que dirigió por muchos años la revista Qué Pasa de la Compañía de Turismo.

La situación parece más difícil para el llamado Museo del Barrio porque el DV no reconoce que la propiedad sea de Hopgood.

"Si quieren negar que yo existo eso es parte del proceso", puntualizó la líder comunitaria cuando se le abordó sobre el hecho de que el DV alega que ella no tiene ninguna propiedad en el área. Mencionó que probablemente el DV sólo tiene información de la persona que le vendió a ella ante la lentitud del Registro de la Propiedad en actualizar los datos.

Carlos Deliz, asesor del DV, declaró que los estudios de título reflejaron que el propietario del edificio era Seize, por lo que el dinero de la compensación se depositó a su nombre y serán sus herederos los que lo reclamen.

"Desgraciadamente, hasta que el registro no lo tenga registrado para los efectos nuestros no es un ‘issue’". Si hubiese esa transacción la disputa es de ella con los Seize", aseveró Deliz.

Afirmó que en el DV no tienen ningún tipo de información de que el edificio cambió de propietario.

Planteó que cuando se dio el proceso sólo existía una compañía de promociones como inquilinos, que no presentaron ninguna objeción en mudarse. No obstante, se comprometió a indagar más sobre este caso.

Agregó que el hecho de que el edificio se convirtió en el Museo del Barrio y en la sede del movimiento que se opone a las expropiaciones no es un dilema moral para la agencia porque eso se desarrolló con posterioridad a que se iniciara el trámite y no fue determinante en el momento de la adquisición.

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