Edición de: 27 de junio de 2005
El Vocero
EDITORIAL
Desarrollo con sensibilidad
La decisión del Tribunal Supremo federal en la que se establece que los gobiernos tienen la potestad de relocalizar comunidades y sus integrantes con el fin de propiciar el desarrollo económico de determinada zona, tendrá en el país una serie de implicaciones que deben ser atendidas con la debida prudencia.
Esta determinación seguramente desatará una serie de conflictos entre sectores y comunidades que durante muchos años han estado en un mismo sitio a pesar de que las condiciones, el crecimiento de la población y la infraestructura existente no es la más adecuada.
Las mismas necesidades de progreso y de proveer, por ejemplo, los servicios básicos y seguridad a los residentes de estas zonas, provocará tarde o temprano la necesidad de desarrollar planes de relocalización que a su vez proveerán a los gobiernos la oportunidad de pensar en esos terrenos desde el punto de vista del potencial económico. Esa posibilidad se la concede ahora la determinación de este alto foro judicial.
Sin embargo, no se puede pasar por alto que muchas de estas comunidades que podrían enfrentar la posibilidad de ser desplazadas por nuevos desarrollos, están formadas por familias y personas en la edad dorada, quienes tienen en esos hogares toda una vida y para quienes no será fácil abandonar sus raíces, a pesar de que se les ofrezca una vivienda mejor.
Simplemente, en esa etapa de la vida no es posible volver a comenzar. Evitar un impacto negativo en estas personas es lo humanamente razonable y justo para que puedan seguir viviendo con la dignidad que todo ser humano se merece.
De ahí la importancia de que en el grado en que se pueda conservar el vecindario en determinada comunidad, menor será el impacto emocional y en la opinión pública.