Solidaridad con el Barrio San Mateo Casa de todos enclavada en el número 346 de la calle Candelaria, el Museo del Barrio se ha convertido en emblema de la noble lucha de esta comunidad por rescatar su historia y sus sueños de la pena capital que representa el llamado "plan de revitalización" de Santurce, proyecto que como una bruma densa e inexorable eclipsa toda esperanza para sus habitantes. Quizá porque esa solidaridad es lo único que mantiene encendida la llama de su esperanza, los vecinos de este populoso en clave urbano la alimentan con cosas del alma, como es el caso de la exposición colectiva de obras en pequeño formato que fue inaugurada la noche del pasado miércoles y que continuará abierta los lunes, miércoles y viernes entre el mediodía y las 8 de la noche. Deborah Hunt toma parte Por Mario Alegre Barrios En la exhibición que ahora puebla las paredes del museo dirigido por Mary Anne Hopgood participan Consuelo Gotay, Deborah Hunt, Antonio González Walker, Teresa López, Juan Osvaldo Budet, Federico Farrington, Lorraine Blasor, Farah Rivera, Heida Zambrana, Delvis Ortiz, Carmela Rivera, David Reyes Rivera, Rosa Milagros Serrano, Manuel Martínez Vega, Benny Colón, José Vázquez, Norka Pérez, Lucy Hernández, Leymarie Tirado, Francisco J. Torres, Janet Alvarez, Carlos Antonio Colón, Mildred Collazo, Rafael Orejuela y la propia Mary Anne. "La exhibición, en honor a lo que distingue este espacio que es ser la casa de todos, incluye obras de todos los que sometieron piezas", dice Mary Anne. "Obviamente, esto refleja una desigualdad en las propuestas estéticas, pero lo fundamental es el gesto y el espíritu solidario que alimenta este proyecto del barrio y de su gente, tanto de la que aquí vive como de la que se siente identificada con esta comunidad. A la luz de los magnos acontecimientos del entorno cultural oficial de estos días, éste es sólo una sombra de paloma al mediodía". Voces en comunión A las voces reflejadas en las obras de los artistas que dan sustancia a esta exposición se unen los susurros de quienes parecen no tener otra cosa más que la fe para mitigar la tristeza que nace de ver sus vidas truncadas por la inminencia del desalojo que podría materializarse en cualquier momento para dar paso a la demolición de los que hasta ahora han sido sus hogares. "Nací en Cuba en 1924 y vivo en Puerto Rico hace 47 años", dice Meinardo Cabrera. "Fui maestro en el Colegio San Ignacio hasta que me jubilé. Yo no quiero buscar otra casa. Hay vecinos aquí que me ayudan. Cuando me enfermo me cuidan. Todo me queda cerca. Si me tengo que mudar, me quedo solo pues toda mi familia está en Cuba. Me siento intranquilo por que no sé cuándo me van a tumbar la casa y me quedaré en la calle". Por su parte, Basilia Rivera co menta que es "residente de Santurce de toda la vida". "Hice mi casa después de miles de trabajos", revela. "Pasé muchos sacrificios. Mi esposo está incapacitado y no puede caminar... mi hermana vive al final de la calle". "Tengo 88 años", apunta por su parte el señor Nicolás Torres Marrero. "Vine a Santurce desde Morovis a estudiar escuela superior y desde entonces he vivido aquí. Fui maestro, trabajador social y abogado. Ahora estoy incapacitado. Este proyecto es malísimo para mí. Estoy viejo, en la antesala de la muerte". Rina Guzmán asegura que "todo esto nos tiene con la cabeza mala". "Cuando Vivienda me dijo que me tenía que ir el 15 de noviembre yo me puse furiosa", acota. "Una señora de por aquí alante me dice que no puede dormir. Otra señora se pasa llorando porque está asustada de que un día al regresar del trabajo ya no tendrá casa". "Vivo aquí hace 54 años", revela Roberto Ferrer. "Me trajeron a Santurce de 4 años. Conocí a mi esposa en el hospital Mimiya y ahí mismo nos casaron en el 1979. Nuestros dos hijos nacieron en el Pavía y estudiaron en las escuelas de por aquí. No queremos la destrucción de nuestro barrio. Aquí somos todos una familia".
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